Por Jorge Manuel Zelaya Fajardo
www.jorgemanuelzelaya.com
Junio 24,2020
“No tienes
que ser el mejor, el más rápido o el más fuerte escalador para llegar a la cima
de la montaña. Solo tienes que ser absolutamente imparable para poner un pie
delante del otro.”
—
Alison Levine, escaladora que alcanzó los 7 picos más altos del mundo y los dos polos.
Estas líneas que
estoy escribiendo tienen un objetivo. Tienen un propósito. Tienen un sentido.
Me fascina la idea de usted descubra el propósito antes de llegar al final.
Acaban de
cumplirse 100 días exactamente desde el momento en que inició la cuarentena en
mi país por la pandemia del Coronavirus. El virus (SARS‑CoV‑2), que produce la
enfermedad del COVID 19, ha hecho que, en la mayoría de los países del mundo,
incluyendo el mío, las economías cierren (o por lo menos reduzcan sustancialmente)
sus actividades normales propiciando un encierro que pueda generar aislamiento
o distanciamiento que genere una verdadera (al menos esperada) reducción
en contagio del virus.
En medio del
dolor por los fallecidos por el virus, la pena por el sufrimiento de sus
familias, la lucha incansable de TODAS las personas que en primera línea de trabajo
protegen nuestra salud, surge la inevitable sensación de miedo e incertidumbre
de los que nos quedamos recluidos. De repente mi familia se encontró en casa
todo el tiempo, mis emprendimientos empezaron a reducir sus ingresos
ostensiblemente y no podíamos reunirnos con familiares y amigos cercanos.
Sin embargo,
desde el primer día de la cuarentena tomé una decisión (realmente la tomé
unos días antes). No quería que el confinamiento tuviera sabor a vacaciones
(está de más decir que todo emprendedor sabe que si no hay ingresos no hay operación).
Y tomé una decisión que, viéndola hoy en retrospectiva, ha sido una de las
mejores decisiones de mi vida (aún en medio de una pandemia…o talvez gracias
a ella).
La decisión consistió en proponerme entrenar en
ejercicio físico en mi casa durante el tiempo que estuviera encerrado. Me propuse que
no iba a permitir pensamientos negativos que, como encantadores de serpientes,
me sedujeran a no hacer ejercicio. La decisión fue tomada producto de una mezcla de
supervivencia, reto y hábito. Me parece importante acotar que yo ya entrenaba
en el gimnasio antes de que ocurriera la pandemia, por lo que ya existía un
precedente.
Pero lo que
sucedió es realmente inexplicable. El día de hoy he cumplido 100 días
seguidos de hacer ejercicio sin interrumpir un solo día. Eso incluye
domingos, semana santa, feriados, días con gripe o sin ninguna motivación para
hacerlo. NUNCA en mi vida, ni cuando entrené
para correr mi primera 21k o inclusive mi 42k pude lograr entrenar 100 días
seguidos. Ahora bien, no escribo estas
líneas para alimentar mi ego con el aplauso de lo logrado. Mi ego podría ser
reducido notablemente si mi entrenador revisara con detenimiento mi App (llámese
a 5 hojas de papel bond engrapadas que están colocadas en una tabla con un lápiz,
donde religiosamente escribo lo que hago cada día a manera de bitácora de las rutinas de ejercicio realizadas)
En lo personal
creo que hay tres grandes lecciones aprendidas de estos 100 días
LECCIÓN #1: SACARLE
EL LADO POSITIVO A ALGO NEGATIVO.
Desde las frases
del estadista Winston Churchill hasta las acciones del científico Isaac Newton,
desde los testimonios de personas sobrevivientes de cáncer hasta emprendedores
de todas las latitudes, podemos observar ejemplos claros que se puede sacar lo positivo de una crisis. Sin embargo, por alguna razón pensamos que eso solo
aplica a grandes logros o metas. En
estos 100 días he aprendido que las cosas sencillas y pequeñas pueden generar
alto impacto si son hechos con amor, pasión, disciplina y enfoque a meta. Mi
logro realmente no es el mejor de los resultados en cuanto a masa muscular en bíceps,
tríceps, hombro o abdomen. Pero ahora puedo predicar algo que practico
y no al revés. Es posible que la suerte (definida con cuando la
oportunidad se intercepta con la capacidad) haya jugado un papel favorable
para mí en estos 100 días. Suerte porque un amigo me prestó el equipo, porque
mi casa tiene espacio para hacer ejercicio, porque no tuve que viajar de trabajo
o porque no me enfermé del virus. Podría ser. Sin embargo, mi meta fue
trabajar en lo que podía controlar y no esperar al beneficio de la suerte.
TODOS podemos
sacarle algo positivo a una crisis.
LECCIÓN #2: EL HABITO ES EL CIMIENTO DEL
EDIFICIO DE NUESTRAS VIDAS
Mi fascinación
con el estudio científico de los hábitos, nace en la década de los 90s con el
libro de Los 7 hábitos de la persona altamente efectiva de Stephen Covey hasta
el punto de haber intercambiado impresiones sobre ese tema personalmente con él , cuando asistí a uno de sus seminarios. Desde
ese entonces me he vuelto un ávido lector y voraz estudiante del tema. Nunca me
imaginé que con algo tan insignificante como hacer ejercicio en mi casa en
cuarentena de pandemia, pondría a prueba en mí mismo la teoría de formación de
un hábito de los 21 días o la de los 66 días (Universidad de Londres). Hoy llevo 100 días y ya no es aceptable para mi dejar de
hacerlo.
TODOS podemos desarrollar
buenos hábitos aún en crisis.
LECCIÓN #3: ESTOY
101% CONVENCIDO QUE ES MÁS IMPORTANTE SER EFECTIVO (EFICAZ) QUE EFICIENTE
Hace unos cuantos
años propuse una fórmula para que toda persona que asistiera a mis clases,
seminarios o conferencias aprendiera el término Productividad = Eficiencia +
Efectividad (eficacia). Eficiencia se define como el uso inteligente de los
recursos a mi disposición: humanos, técnicos, financieros, tiempo y energía. Efectividad (eficacia)
es el logro de la meta deseada. Peter Drucker,
el más sobresaliente pensador de management en los últimos 200 años en mi
opinión, siempre puntualizó que
preferiría ser efectivo que ser eficiente. Completamente de acuerdo. Mi meta era no
dejar de hacer ejercicio ni un solo día por ninguna causa. Ciertos días tuve entrenamientos
durísimos que nunca pensé que finalizaría. Hubo días (muy pocos) que el
entrenamiento solo fue un set de abdominales. Mi meta, era al final, vencerme a mí mismo cada día. Nunca imaginé
que llegaría a 100 días.
TODOS podemos lograr
metas, si colocamos un pie adelante del otro aún en crisis.
Al inicio manifesté
que estas líneas tenían un propósito. El propósito es demostrar que los hábitos
pequeños, casi insignificantes, pueden tener un efecto acumulativo y catalizador
impresionante al final. Ahora bien. En este momento mi mente se pregunta: ¿Será posible que una
vez generado este hábito de hacer ejercicio diariamente, pueda yo incorporarle
un nuevo hábito encima…como el primer piso del edificio sobre de los cimientos?
¿Será posible incorporarle Kaizen (mejora continua en japonés) al habito
desarrollado? Con certeza no lo sé. Pero, no pierdo absolutamente nada con
intentarlo.
Gracias por tan bonito mensaje. Llega a lo mas profundo de nuestro ser y nos motiva a seguir adelante con confianza.
ReplyDeleteGracias x >....
Gracias Maestro Jorge por mostrarnos como ser fuertes en medio de la incertidumbre, su demostración de establecer un reto y alcanzar un hábito, superando barreras nos hace reflexionar y preguntarnos que habremos logrado las personas al final de esta pandemia? , habremos incorporado nuevos hábitos personales y familiares seremos los mismos de antes?
ReplyDeleteMuchas gracias por compartir sus útiles trabajos que nos ayudan a reflexionar como podemos ser mejor cada día, bendiciones.