En la madrugada de hoy, una lágrima se ha escapado. Una lágrima con una composición química muy particular: 50% de ella compuesta por el dolor de las metas no logradas hasta aquí, 50% de ella compuesta por las bendiciones recibidas. Dicha lágrima me ha recordado ser agradecido y no ser orgulloso. Ser orgulloso es un espejismo, porque el mérito en realidad, nunca puede ser atribuido a uno mismo. Mi meta es vivir 101 años ( sin broma) . Tengo un plan para ello. Pero la claridad diáfana, profunda e indiscutible de la vida apunta a que eso no depende tanto de mí, aún con mi mejor esfuerzo. De hecho, puedo partir mañana, pasado mañana o dentro de 15 años, aún con mi plan de 101. Creo que lo que debo hacer es hacer uso de único 101 del cual tengo control. Y ese es el 101% de esfuerzo, de entusiasmo, de pasión, de energía por lo que voy a hacer. De ese 101 si tengo bastante control. Por otro lado hoy he descubi...
Ideas plasmadas en breves ensayos sobre temas humanos de relevancia contemporánea.