Por Jorge Manuel Zelaya Fajardo
www.jorgemanuelzelaya.com
Enero 20, 2021
“Lo bueno, si breve, dos veces bueno”.
— Baltasar Gracián
El concepto de
inteligencia emocional es tan apasionante, interesante e importante que fácilmente
podría escribir muchos párrafos al respecto. Sin embargo he decidido hacer
básicamente lo opuesto. Me he retado a mí mismo para escribir la mayor cantidad
de contenido en la menor cantidad de párrafos. Es decir, me atreveré a escribir
un resumen ejecutivo.
La primera vez
que escuché la frase inteligencia emocional fue en 1995 cuando Daniel
Goleman, el ilustre doctor en psicología de la Universidad de Harvard (discípulo
del famoso psicólogo David McClelland), escribió el libro que colocó el
concepto en la vitrina mundial. Lo curioso es que Goleman no es el descubridor
del término inteligencia emocional, ya que fueron los científicos Peter Salovey y John D. Mayer quienes lo hicieron en 1990.
El libro escrito
por Daniel Goleman se convirtió en un Best Seller del New York Times por año y
medio, llegando a millones de personas, habiendo sido traducido a 40 idiomas.
Sin embargo, el mérito mas grande del libro no fue su propia venta, sino el
efecto secundario de que prácticamente todos queríamos saber de qué se trataba
esta combinación de palabras, consideradas por algunos hasta esa fecha como antagónicas entre sí mismas.
Inteligencia
emocional en síntesis se define como la habilidad de percibir, identificar,
comprender y regular emociones propias y
de los demás en la búsqueda de un crecimiento. Dicho esto, el elemento mas catalítico
o transformador del concepto es que la inteligencia emocional es diferente de
la inteligencia cognitiva–intelectual. Por mucho tiempo la humanidad había
asignado a la inteligencia intelectual el casi único predictor de éxito
personal y profesional. Personas con alto coeficiente intelectual estaban casi
condenadas a triunfar, independientemente de casi cualquier otro factor, después de obtener resultados de 115 o más en su examen de inteligencia.
Daniel Goleman dió inicio a una revolución silenciosa, donde se abría la puerta al concepto de que quien tuviera un alto coeficiente emocional podría llegar aún más lejos que aquel que tuviera un alto coeficiente intelectual. Después de 25 años de la publicación del libro, de numerosos estudios científicos y experiencias de campo llevadas a cabo por distinguidos investigadores de diferentes latitudes en el tema, me permito sintetizar unos cuantos puntos relevantes para entender y aplicar en nuestras vidas este extraordinario concepto.
1.
La inteligencia
emocional tiene 5 componentes básicos. a) La autoconciencia (capacidad de reconocer las emociones personales y sus
efectos en los demás); b) La autorregulación (capacidad de controlar o redirigir los impulsos y los estados de ánimo); c) La motivación interna (pasión por trabajar por razones internas más allá de estatus o remuneración); d) Empatía (capacidad de comprender la estructura emocional de otras personas y habilidad para lidiar con ellos); e) Habilidades Sociales (gestión de relaciones con los demás, creación de redes, eficacia para liderar cambio).
2.
El coeficiente de
inteligencia emocional puede incrementarse. A diferencia del coeficiente de la inteligencia cognitiva-intelectual, el coeficiente de inteligencia emocional puede desarrollarse e incrementarse en unidades significativas independientes de elementos condicionantes como la edad, sexo y status social. Estos últimos siempre tienen cierta influencia; pero no es tan determinante.
3. La personalidad y la
inteligencia emocional no son sinónimos. Habiendo ya
definido lo que es inteligencia emocional me atreveré a definir personalidad
como la suma de temperamento (determinado predominantemente por la herencia
genética) y carácter (determinando predominantemente por la conducta del
individuo en su medio ambiente). Lo anterior nos permite entender que seres
humanos con diferentes tipos de personalidad pueden desarrollar inteligencia emocional.
4. En el ambiente de trabajo, la inteligencia emocional puede ser, en algunos casos, hasta más importante que la inteligencia cognitivo-intelectual.Los resultados de
varios estudios en diferentes industrias han brindado datos interesantes. Las
investigaciones del Centro para el Liderazgo Creativo en Estados Unidos (20,000 personas en 2,000 organizaciones, entre ellas 80/100 de las Empresas
Fortune 100) han dado como resultado que las tres razones para no alcanzar
las metas en las organizaciones son: a) Dificultad en manejo del cambio, b) Casi
nula habilidad para trabajar en equipo y c) Muy pobres relaciones interpersonales. En
pocas palabras, carencia de competencias de inteligencia emocional.
5. Invertir en el desarrollo de inteligencia emocional (individual, familiar, en el trabajo o en la sociedad en general) es rentable. La premisa de la superlativa importancia de las metas en cualquier organización de seres humanos nos lleva a descubrir que son las habilidades de inteligencia emocional del líder y de los colaboradores las que brindaran eficiencia y eficacia de una manera más sostenible para alcanzar dichas metas.
6. En los próximos 10 años
la inteligencia emocional será más importante que nunca. Con una acelerada marcha de la incorporación de inteligencia artificial en el mundo de hoy, en el marco de la Cuarta
Revolución Industrial (Klaus Schwab 2015), la inteligencia emocional se
volverá una especie de ventaja competitiva a nivel individual y organizacional en el mundo.
7. Cinco acciones prácticas
para aumentar el coeficiente de inteligencia emocional. Me permito compartir algunas acciones que pueden ayudarnos a mejorarla: a) Establecer un sistema simple para manejar efectivamente el estrés; b) Enfrentar cada problema como una situación, no como un problema; c) Aprender a describir, con nombre y apellido, la emoción que sentimos; d) Redefinir cómo reaccionar ante una persona negativa, antes de expresarlo en palabras o acciones, y e) Practicar voluntariado por los más necesitados como medio para desarrollar empatía práctica.
Las emociones
son, por definición, los principales motivadores de la conducta humana. Sin
embargo, el ser humano es bastante imperfecto para lidiar con ellas, tanto a nivel
individual como organizacional, como familia o como sociedad, como nación o
como planeta. Ser inteligente emocionalmente no es sinónimo de debilidad, sino
precisamente lo contrario. Es sinónimo de fortaleza. La mejor noticia es que
podemos aprender, crecer y evolucionar en nuestra búsqueda de inteligencia
emocional cada día de nuestra vida. Hoy podría ser un buen día para hacerlo.
Hoy casualmente en mi devocional encontré e que hablaba sobre INTELIGENCIA EMOCIONAL, lo cual como usted lo indica basado en escritos no es lo mismo que inteligencia intelectual. Humildemente mi aporte sería que me asombra mucho el hecho que en la Biblia habla sobre el tema, así que es un tema que va más allá de lo académico por así decirlo, básicamente es la inteligencia emocional la que te hace discernir y tomar decisiones.
ReplyDeleteLe dejo una cita en dos versiones diferentes.
Proverbios 4:7
Sabiduría ante todo, ¡adquiere sabiduría! Sobre todo lo que posees, ¡adquiere inteligencia! RV95
Proverbios 4:7
La sabiduría es lo primero. ¡Adquiere sabiduría! Por sobre todas las cosas, adquiere discernimiento. NVI
Gracias por tan buenos escritos.
Eso de aprender a manejar el estrés definitivamente facilita otra cosas, en cualquier ámbito y ahorra muchos problemas.
ReplyDeleteInteresante resumen.