Por Jorge Manuel Zelaya Fajardo
www.jorgemanuelzelaya.com
Agosto 21,2020
“La
ignorancia engendra confianza con más frecuencia que el conocimiento.”
-- Charles Darwin
Debo confesar que
la primera vez que escuché sobre el efecto Dunning Kruger me sentí un poco incómodo.
Una incomodidad proveniente de una potencial verdad al descubierto. Lo primero
que pensé fue: ¿Sufro yo del efecto Dunning Kruger sin saberlo? Por
supuesto procedí a hacer lo que usualmente hago siempre que tengo una duda…me
sumerjo en la insaciable e incansable búsqueda de conocimiento en cualquier
fuente confiable posible. Después de hacerlo me vino cierta tranquilidad e
inquietud simultáneas. La tranquilidad se debió a que al leer con detenimiento
en qué consistía el efecto, me di cuenta de que prácticamente todos los seres
humanos lo tenemos en menor o mayor grado. La inquietud provino de que averiguar
lo que debía hacer yo al respecto ahora.
El efecto Dunning-Kruger
es un sesgo mediante el cual los seres humanos, con escasa habilidad o
conocimiento en algún tema, sufren de
una superioridad ilusoria considerándose más hábiles, capaces o inteligentes que otras personas con
confirmada mayor preparación que ellos. Sin embargo talvez el problema más
serio lo constituye que la misma persona, tiene una incapacidad manifiesta de
no reconocer su propia incompetencia. David Dunning ( Doctor en psicología
de la Universidad de Stanford y profesor de la Universidad de Cornell) ) y
Justin Kruger (Doctor en psicología de la Universidad de Cornell y profesor
de la Universidad de Nueva York) presentaron formalmente los resultados del estudio
en 1999 con la publicación en la reconocida Revista de Personalidad y
Psicología Social.
Debo confesar que
mi mayor incomodidad con el estudio, radicaba no en el hecho que yo presentara
en algunas actividades de mi vida el efecto Dunning -Kruger; sino más bien de que mi pasión por los conceptos de alcanzar
el máximo potencial, desarrollar la
autoestima y confianza en uno mismo, se
veían un tanto cuestionados por el sesgo personal de uno mismo. ¿Cómo saber entonces
si uno es tan bueno como cree que es? ¿Cómo saber dónde está la delgada
línea de nylon entre autoestima y superioridad ilusoria? Lo anterior me hizo,
de manera muy saludable, cuestionar mis conocimientos sometiéndome a un estudio
más profundo.
La verdad es que
no fue sino hasta un par de años después, que debido al testimonio de dos
personajes del campo del deporte profesional que logré encontrar la respuesta,
por lo menos de manera parcial. Bob
Bowman, entrenador de natación del campeón olímpico Michael Phelps y el recién
fallecido Kobe Bryant, uno de los mejores jugadores en la historia del baloncesto
mundial. Ambas leyendas del deporte pudieron, a través de una sola frase cada
uno y de manera independiente, influir muy positivamente en que yo pudiera
entender el efecto Dunning-Kruger dentro de la infinita imperfección de mi
intelecto. Bob Bowman redefine el concepto de campeón como: “No solo aquella
persona que vence a los demás en competición llevándose las medallas, sino
aquel que, mejor aún, se vence a si mismo. “Una frase sencillamente
poderosa. Por otro lado Kobe Bryant lo
clarifica muy bien cuando en una entrevista con el periódico Wall Street
Journal, ya retirado del baloncesto y empezando su carrera en los negocios
dice: “No sé si soy bueno para los negocios, pero voy a averiguarlo por mi
mismo.” Extraordinaria mezcla de determinación.
Ambos personajes
me ayudaron a ver con claridad la base de lo que podría ser el antídoto ante el
efecto Dunning-Kruger: El tener esa suigéneris combinación de humildad y
autoestima para someterse a la prueba real y no a la opinión subjetiva de lo
que uno mismo cree, estima o desea ser. El mensaje es muy claro: La única forma
de saber si soy tan bueno, es probándolo por mi mismo, sobrellevando mi propias
limitaciones pero sometiéndome obedientemente a la prueba de ver los resultados obtenidos.
Los resultados nos desnudan. Los resultados medibles, auditados por terceros y
en condiciones igualitarias para nuestros competidores, realmente son pieza
clave en el proceso. Definitivamente el antídoto para el efecto Dunning-Kruger
es una capsula de dos partes, las cuales son: a) Los resultados obtenidos de
nuestro desempeño y b) La retroalimentación objetiva de quien requiere, se
beneficia, necesita u observa nuestro desempeño.
Los resultados, al ser fríos y
desapasionados, me brindan una libreta de calificaciones que no debería de ser
racionalizada, justificada o cuestionada; sino mas bien estudiada y analizada.
Sino logré los resultados, es un tema de un error en el proceso o sencillamente
que hay algo que no sé hacer o no estoy haciendo.
La retroalimentación honesta,
directa, genuina y oportuna es impresionantemente efectiva. Puede que no sea
tan agradable a nuestros oídos por lo que nuestro escudo afectivo busque
protegernos; sin embargo, la meta debe ser escuchar con atención.
Debido a mi
sistema retículo activador en el cerebro al aprender lo que es el efecto
Dunning- Kruger, lo he empezado a notar en lideres políticos, empresariales,
atletas y figuras públicas. Ahora veo
con mas frecuencia gente que tiene manifestaciones de profunda superioridad
ilusoria que realmente piensa que es más competente de lo que en realidad es,
menospreciando profesionales con mucho mejor preparación y mayor experiencia.
Para finalizar,
creo que ver los resultados y recibir retroalimentación adecuada de nuestro
desempeño real, se quedaría a la mitad del camino, sino buscáramos la ACCIÓN.
En lo personal creo que esa acción se llama KAIZEN (mejora continua en
japonés) . El disciplinarnos a mejorar, corregir o redireccionar después de
ver los resultados, nos condena a reducir el efecto Dunning- Kruger.
Considero que, El Efecto Dunning- Kruger. es un análisis muy profundo de algunos comportamientos que tenemos como humanos... Aun así, Creo que... NO HAY VERDAD ABSULUTA! porque hay cambios constantes...
ReplyDelete¡Excelente! Muy real.
ReplyDelete