Por Jorge
Manuel Zelaya Fajardo
www.jorgemanuelzelaya.com
Enero 1, 2019
Hal Gregersen no
me conoce personalmente a mí. Yo no lo conozco personalmente a él tampoco; pero
él es en gran parte responsable de que yo escriba estas líneas.
El doctor Gregersen
es el director ejecutivo del Centro de Liderazgo del MIT (siglas en inglés
del Instituto Tecnológico de Massachussets) a la vez que el autor del libro “ Las preguntas son
las respuestas.” publicado en noviembre del año recién pasado.
En su forma de
pensar he encontrado reflejado el hilo intelectual de algo que he experimentado
durante varios años en mi vida personal y profesional; pero que particularmente
acabo de validar al cierre del año 2018.
Cuando empecé
mi carrera docente a los 18 años de edad (y
en los años subsiguientes) yo estaba completamente seguro de que mi éxito como
profesor debía consistir en que fuera capaz de saber TODAS LAS RESPUESTAS de
las preguntas formuladas por mis alumnos. Posiblemente por mi corta edad y
experiencia, nunca quise dar la impresión de no saber algo de la clase que impartía
en su momento.
Hoy, unas
cuantas décadas después, estoy completamente convencido que mi responsabilidad es
saber TODAS LAS PREGUNTAS. Con el tiempo me he convertido en un PP (preguntador
profesional). Ya no tengo temor
de no saberme todas las respuestas (por
supuesto con el compromiso de que si no tengo la respuesta en ese momento, al día
siguiente el estudiante tendrá de mi parte la respuesta investigada en detalle).He
descubierto que cada alumno, necesita ser escuchado a través del instrumento más
sencillo para poner a trabajar el hemisferio izquierdo y derecho de su cerebro:
LA PREGUNTA.
Al inicio de todo año la gran mayoría de personas se
sienten emocionalmente motivadas y llenas de energía para escribir sus resoluciones
de año nuevo. En lo personal soy un detractor confeso de dichas resoluciones,
por su alta inefectividad. Numerosos estudios de la
conducta humana lo confirman, entre los que destaca el de la Universidad de
Scranton (estado de Pennsylvania en
Estados Unidos), donde se establece que sólo el 8% de las personas que se
proponen “resoluciones de año nuevo “logra alcanzarlas al final de los 12 meses
después de concebidas.
Por otro lado las metas, mediante planificación estratégica
o un sistema de seguimiento / rendición de cuentas son, sin duda, la forma menos
imperfecta para definir lo que queremos alcanzar. Sin embargo, el pensamiento
de Gregersen es, en mi opinión, lo que valida aún más la efectividad de una
meta.
Este 31 de diciembre recién pasado, poco después del mediodía,
efectué un ritual que desde hace algunos años atrás (me hubiese gustado tener este hábito desde niño) practico cada
ultimo día del año por terminar. Cuidadosamente revisé y evalué las metas personales
que me puse en enero contra los resultados obtenidos a diciembre de 2018. Si
bien algunos resultados fueron halagadores, algunos no tanto y otros mostraron
resultados en extremo pobres. Justo aquí es donde nace la importancia de LAS
PREGUNTAS.
Todo cambia al usar la palabra interrogativa ¿PORQUÉ? ¿Por qué no lo logré? ¿Porqué algunas metas se logran con
relativa facilidad y otras no? El sólo incorporar
la pregunta ¿PORQUÉ? me llevó a escribir 15
preguntas adicionales que me permitieron establecer con claridad las razones
por las cuales no se pudieron llevar a cabo dichas metas con buen suceso. Sin
embargo, tal vez el mayor hallazgo de las preguntas es darme cuenta de que al final del día el único responsable (no culpable) de no lograrlas soy yo. Nadie
más.
Estoy convencido, con base en mi experiencia y conocimiento,
de que la mejor forma de buscar lograr algo en cada año que comienza, debe de
ser ponernos metas producto de hacernos las preguntas adecuadas antes. La
primera pregunta debe ser ¿PORQUÉ? ¿Porqué busco esa meta? ¿Por qué no logré la misma meta el año pasado…y
el anterior? ¿Porqué algunas si y otras no?
Cuando el ser humano tiene metas, las metas se
convierten en un imán magnético que le impulsa a lograrlas. Sin embargo, no hay
mejor manera de ponerse metas que hacerse las preguntas correctas y directas
antes. Las preguntas correctas deben de estimular la dopamina y la serotonina (los “buenos” neurotransmisores en el cerebro
humano) y no el cortisol (el neurotransmisor
del estrés).
Preguntas correctas antes de ponerse metas, son en
extremo eficientes y rentables. Nos reducen la emotividad y nos confrontan con
la realidad. Una vez agotadas las preguntas…las metas se convertirán en las
respuestas en sí mismas.
En 2019…nuestra calidad de metas por alcanzar será
directamente proporcional al calibre de preguntas realizadas antes.
Y si el 31 de diciembre de 2019 nos encontramos con que
no logramos algunas metas entonces será momento de hacer PREGUNTAS de nuevo (algunas nuevas y otras no tanto). El círculo
virtuoso ha comenzado.
Excelente
ReplyDeleteExcelent thank you so much for share this blogspot with me. 👏
ReplyDeleteExelente
ReplyDelete